domingo, 29 de diciembre de 2019

Piedad


¿Hasta cuándo seguiremos agradeciendo la piedad de nuestros verdugos?
¿Hasta cuándo el cirio caliente va a pegotearnos los dedos?

No alcanza cantarle al Paraná
dormir con extraños
bombardear ciudades

La muerte no se esquiva por muy bonito que la sepamos contar

Envidio a los poetas que le escriben a la libertad
Nunca entendí las fronteras

Ya no vamos a cruzar el río
No vale la pena

Me pregunto si es esto la vejez
Si la derrota es un lugar parecido a la muerte

¿Quién va a recordarnos mañana si no plasmamos nuestras miserias?
¿Hubo acaso
alguien
dispuesto a escucharnos en vida?

Ya no soy la que cantaba
la que escribió
una esposa

la más triste y la más fiel de todas las amantes

Les pregunto a mis verdugos si es esto la libertad y mis verdugos me ignoran
siempre me ignoran
A eso lo llaman piedad y me ignoran

Fui sirena una vez
para terminar muerta en las manos de un pescador
de uno cualquiera
Como ayer
Como siempre

Yo le cantaba al Paraná
él limpiaba su cuchillo
y rezaba
Griselda Perrotta


martes, 10 de septiembre de 2019

Infamia

Mordiéndome las comisuras
desdibujo los contornos de la gloria
hasta hacer brotar pena
sangre áspera bajando por mi garganta

En mi pecho un dolor blanco crece
paralizándome el cuello y la punta de los dedos

Invierno
Verano
Basura  
Oportunidades

La reja abierta y mi estómago revuelto
Remolinos de alquitrán ensuciándolo todo
haciéndolo desaparecer
todo

“No quiero seguir”
repito, pero
soy esclava de esas voces
de la infamia que no invoca más que guerra

Si hubiera tenido al menos el coraje de saltar
a los veleros de la noche para cabalgar tinieblas
e incrustarme de lleno en las montañas

En cambio
mi piel transparente busca el Olimpo
la llama hueca
hermana de la soledad

El rayo tibio de un sol flaco
incapaz de dar vida
o de hacerse fuego y quemar
las raíces secas

Incapaz de darme un final 

Griselda Perrotta

miércoles, 14 de agosto de 2019

viernes, 7 de junio de 2019

lunes, 8 de abril de 2019

Cuánto


Teníamos el don de animar a las bestias,
hacerlas hablar nuestra lengua
que usaban después para insultar a su Creador
o para besarnos
también
por primera vez
caminábamos entre los huesos y el naufragio,
se notaba,
había ocurrido un siglo atrás

¿Cuánto de esto sobrevive a la luz del sol?,
nos preguntábamos
con la hilera de barriletes cortando el cielo
y era increíble que,
aún siendo de noche,
pudiésemos distinguir colores

Desde entonces tengo la boca hecha un infierno
y las manos como garras
pegoteándose
aferradas a lo que nos pudimos robar

“Desperdiciaste los dulces”, nos retaban cuando éramos niños

Es que nunca aprendimos
cuánto dura un caramelo en el bolsillo
antes de empezarse a derretir
Griselda Perrotta

domingo, 24 de marzo de 2019

El último soldado(*)

Decías algo del amanecer 
yo doblaba las frazadas
Irnos sin rastros
Nosotros justo
que desde una cueva hacíamos temblar gigantes
Que los vimos
golpear su escritorio con las dos manos para advertir 
e hicimos llama la chispa de tantos

Nosotros somos el rastro, dijiste 
y fue lo último que escuché
Después vimos la puerta abrirse de una patada

Estamos solos, decías la noche anterior
Negaba pero tenías razón
Como cuando me agarraste la mano y corrimos
El sol saliendo también esa vez, recuerdo
Desde entonces todo fue noches 
camas prestadas 
andar con lo puesto
Cómo no enamorarnos en ese paso de apocalipsis 
si el último bastión éramos nosotros
El último soldado

Cuando escapemos voy a contarte: 
nunca adherí tanto a esta lucha
Me pregunto si alguien más sentía como yo
No elegimos el verano
Siempre
Las cosas grandes
son dadas por alguien más, pero
¿Dónde quedaba la duda?
En ese fervor grupal
masivo
común
No había tiempo para esas cosas 
Tiempo 
Tiempo y tu voz firme que entendíamos verdad 
Duda inútil y estúpida
Como este arrepentimiento que es a medias y además tardío

Perdí la cuenta del tiempo
Aprendí el límite del dolor
Los mil matices de un gris que no deja de propagarse y se extiende
Ya ni escucho los lamentos 
la queja 
el derrumbe

Soy
el peso muerto de un cuerpo cortando el aire
Flores al costado de una tumba vacía
Vueltas en círculo y no encontrar
La llaga de una nación que grita Nunca Más pero no deja de repetirse
Su incendio mal apagado

No elegimos el verano, recuerdo 
y entonces de vuelta escucho tu voz que es luz
hijos libres
bosques nuestros
Pero no todavía
No todavía

¿Cuántos colores son necesarios para tapar este gris?
¿Cómo? 
¿Cómo es que afuera escucho gorriones, 
cómo es que igual sale el sol si el gris no cesa?
Si no logramos romper los candados 
¿Fuimos
acaso
la ilusión de un puente que acabó por ceder?

No se ruega por nosotros todavía
No suficiente

Mañana seremos carteles 
listas 
pintadas en las paredes 
que nos invoquen y nos invoquen y nos invoquen
El porvenir a destiempo
Ceniza que se monta al río y avanza
Restos que nutren la tierra 
y después barro 
y valió la pena 
Porque sabemos
que nadie fue tan feliz como nosotros cuando mirábamos el fuego
Y ninguna hoguera es en vano
Ninguna

Nadie esperaba esta lluvia 
Fuimos el verano, es cierto
Pero el cansancio

¿Quién resiste la tibieza en los pies,
el viento fresco en la nuca?
No hay belleza en permanecer donde todo ha muerto

Mañana tal vez otros
Nosotros
Seremos tierra nutrida y el río correrá limpio para inundar las naciones 
Los carteles no harán falta 
Tendrá sentido el color

Tal vez otros mañana
No yo
Hoy
No todavía
Griselda Perrotta
(*)Publicado en Revista Muu+


jueves, 21 de marzo de 2019

El secreto del universo


Soñé tres palabras que eran el secreto del universo o la creación
es igual
Y las letras o sílabas empezaban a cambiar de sitio para formar menos palabras

Quedaban dos

Lo hacían otra vez hasta dejar una sola
No recuerdo la palabra

Lo importante es que esa sola palabra contenía todo:
lo que había sido antes de ser
lo que era
lo que no iba a ser nunca
y el final de las cosas

Condensaba el absoluto
Una sola palabra

Costaba entender lo que presenciaba pero al final comprendía
Y desde ese momento mínimo
mío
nunca nada más sería requerido

Es decir: el mundo podía desaparecer porque yo entendía

Y como salidos de un tren fantasma el dios y el diablo
se aparecían
reían entre ellos
cuchicheaban y me decían: ¿no ves que somos lo mismo?
y se convertían en uno

El dios y el diablo se hacían uno

Blanco de barba y con cuernos rojos
Hombre y mujer era

Y el diablo dios estiraba una mano hasta el cielo y la otra al infierno
y las nubes empezaban acercarse
como achicándose todo
y se volvían un papel finito con la creación adentro

Todo porque yo había podido ver la palabra
que no recuerdo cuál era

Y al final
Cuando todos, dios, la tierra, el diablo y las nubes éramos solo un papel
seco
casi transparente
El dios diablo abría la boca como hacen los dragones
y desde adentro el mismo papel
a todos nos incineraba
Nos hacíamos cenizas

Si el viento nos llevaba no sé porque el sueño terminaba ahí
Supongo
que adentro del papel habría quedado el viento
y a las cenizas también las consumiría el fuego
si es que eso es posible

Lo que me preocupa del sueño no es que dios fuera el diablo
Que una sola palabra alcanzara para comprender todo
ni que esa palabra exista
Que por verla sea yo la responsable del fin
Que todo pueda acabar por capricho divino
Que nos convirtiéramos en cenizas ni que hasta el viento deje de existir

Lo que me preocupa

es que en mi sueño vos no aparecías

Griselda Perrotta