martes, 29 de marzo de 2016

El rey

Aunque el ruido que hace un disparo se desconozca, se reconoce igual. Era un disparo.
            —¿No habría que llamar a la Policía?
            —¿Para qué?
            —Y que hagan algo…
            —¿Algo de qué?
            —No sé, ¡llevárselo!
            —¿Y si fue ella?
—Te toca a vos.
Patricia mueve el caballo.
—¿Pero meternos, decís? Son cosas de ellos.
—La casa es nuestra.
—Bueno, pero si le alquilamos la habitación…
A él se la alquilamos.
—¿Y si está muerta?
—¿Quién?
—¡Ella!
Patricia, sin anunciarlo, se come un peón.
—Esas no sirven para nada —dice Valeria despreciando la movida, mientras ve a su hermana acomodar la defensa junto al resto de las piezas blancas que, desde ayer, le viene ganando.
—Los hombres muertos tampoco.
—¿Qué decís?
—De Omar. Que ahora, muerto, no va a servirnos de nada.
—No entiendo.
—Las cosas. Que no va a poder ocuparse más de las cosas.
—¿Eso te preocupa?
—Jaque.
—La reina no es jaque, Patricia. Solamente el rey.
—¿Y no es este, el rey?
—No. Esa es la reina.
—¿Y si te como la reina qué pasa?
—Pst…¡nada!
—¿Entonces qué hacemos?
—Y, o movés esa torre a la izquierda, o…
—Con el disparo, digo.
—¿Vos decís que fue ella? Habría que subir a hablarle a él, entonces.
—Pero si fue ella…él…
—Es raro, que ahora no se oya nada.
—“Oiga”, se dice, “no se oiga”.
—Ah, mirá vos, pensé que era “oya”.
—Es “oiga”.
—¿Y estos peones gigantes qué son? Hay pocos.
—“Alfiles”, dice la caja.
—¿Y cómo se mueven?
—Habría que subir.
—O llamar a la Policía…
—No sé qué les vas a decirles…
— “Qué vas a decirles”
—¡Vos! ¿Yo por qué?
— “Qué vas a decirles”, se dice. No, “qué les vas a decirles”.
—Ah, mirá vos, no me lo recordaba.
—Te como la torre. No tenés más. ¿Gané?
—El rey, tenés que comerte. Sólo el rey gana.
—Pierde.
—Sí, pierde. No te hagas la piola.
—¿Te pagó el mes?
—¿Quién?
Valeria cierra el puño y levanta rígido el índice, señalando a la planta alta.
—No.
—¡Patricia!
—¡¿Qué?!
—¿Y ahora a quién le cobramos?
—¡Y, a ella! Si vive acá, también.
—¿Decís que se quedará?
—Tocan timbre
.           —No escuché…
—¡Pero sí, te digo que tocan! ¡Y hace rato, ya!
Registra los golpes y entonces reacciona:
—¡Ay, qué animal! ¡¿Quién golpea así?!
Desde la puerta llega una voz clara, contundente:
            —¡Policía! ¡Llamaron vecinos, que oyeron disparos!
            Con fastidio, Valeria camina a la puerta desatándose el delantal.
            —¿Quién es?
            —Policía, señora. Los vecinos reportaron disparos. Por favor abra.
            Por la hendija, con la cadenita puesta, la mujer, sin saludar antes, le dice:
            —Uno solo.
            —¿Cómo dice?
            —Uno solo. Disparo. Uno solo, hubo. No disparo…s, como dice usted. Uno solo. Disparo.
            —Por favor, abra la puerta y nos explica qué pasó.
            —Es que no sé qué pasó.
            Desde la ventana, Marconi divisa sobre la mesa un tablero de ajedrez y el perfil de unas pantuflas. Sin sacar la vista del cuadro, le pregunta:
            —¿Está sola?
            —Tengo derechos.
            —Señora, tenemos que entrar.
            —Es mi morada. Tengo derechos.
          Marconi hace un gesto al costado y Valeria ve salir, por detrás, a otro oficial que va hasta el patrullero y dice algo por radio. Al rato siente que el vidrio de la puerta trasera se rompe. Después no escucha nada más.
Cuando vuelve en sí, está echada en el sillón. Una chica vestida de policía le apoya un paño frío en la cabeza, mientras otra vestida de médica le toma el pulso.
Un poco más lejos, parados, hay dos oficiales con armas que escriben sobre papeles. De casualidad, casi, escucha que el más joven le dice al otro, mientras señala el tablero:
—Está fallado. Tiene dos pares de reinas.
Griselda Perrotta






jueves, 17 de marzo de 2016

Primera reunión con Peces de Ciudad


Ayer nos reunimos con Peces de Ciudad para conversar sobre la publicación de mi primer libro.
Será un compilado de cuentos para adultos y será pronto.
Gracias a Mariana Kruk y a Sole Blanco por mirarme.
Soy un manuscrito lleno de tachones y una montaña de ganas.