Cuando hayamos agotado la pólvora,
¿quién va a acariciar nuestros cuerpos cansados?
Lamernos la transpiración seca en los pliegues del cuello y decirnos que
está bien
o decir nada
Sé que no hay luz al otro lado del muro
Estuve ahí
En el cristal de la copa sucia antes de romperse
El dorso helado de dos manos ásperas
tantas veces
apartándome
Tenemos tiempo para saborear el desierto
La eternidad completa
Patitos feos que el cazador eligió
antes de hacerse cisnes
No pudimos mostrar nuestras plumas
Las más brillantes de la comarca
si hubieran llegado a existir
Los picos negros
exóticos y envidiables
Tal vez sólo fue mala suerte
Nuestra propia responsabilidad, incluso
Estar en el lugar menos indicado y en el momento incorrecto, pero
¿qué sabe un pato?
Alguien debe tener la respuesta, sin embargo
Porque ahora que nos vemos
que nos tenemos
de algo estoy segura:
una gota es suficiente para inundar el desierto
si encajan tiempo y lugar
Es energía pura
la belleza latiendo en un frasco
encerrada
con agujeritos en la tapa
Hay que alimentarla
ponerla al sol y ofrecerle bebidas dulces
insistir
Por justicia o por venganza
hasta hacerla confesarnos
sus planes
Griselda Perrotta