Hay
un solo poema que habita todas las cosas y que me habita
Habita
a todas las madres y a todos los hijos
Los
hombres que alguna vez me amaron y los que nunca supieron
Nombro
mil veces los mismos rincones y estoy en ninguna parte
Digo
el
resquicio de los amantes que no coinciden y también digo su distancia
Su
cobardía
Como
si la palabra redimiera esa ausencia repetida acaso tantas veces que ya me es
familiar
La
locura es un lugar lejano
Una
excusa que no me sirve como no lo hizo nunca
Yo
soy en cambio cordura
Voy
a encomendarme al cielo y abandonar la esperanza de que allí exista un dios
Uno
que me condene
No
necesito el perdón
tampoco
la calma
He
reposado lo suficiente
Bajo
un lecho de hojas muertas
húmedas
petrificadas
por la escarcha de la mañana azul en la que no supieron quererme
Pasé
allí mucho tiempo y vi
Vi
a los gusanos nacer de la nada y atravesar lo que alguna vez tuvo vida
Qué
palabra insensata, vida
Cuánta
exigencia impone
Debo
estar alucinando cuando digo que algunos peces son capaces de volar
pensaba
pero
los vi
Saltar
del agua y chocarse en el aire las panzas
Batir
las aletas con los ojos abiertos
Y
quise ser pez
Y
supe volar como nadie imaginó que podría
Decían
que mi lugar era el agua y es posible que sea cierto
Pero
tenía intención de volar y no estuve sola
al
menos aquella vez
Aunque
los peces
Son
tantos adentro del agua que te hace pensar
Y
los gusanos, sí
también
me acarreaban
Siempre
fui muy insegura
Y
la parte más cruel fue comprobar que
cada
límite
es
falso
Ese
fue mi pecado
No
necesito un dios que venga a crucificarme
Lo
pude descubrir sola
Nada
prefiero ya nada elijo
Descifré
el patrón de cada punto en la muralla de mis confines
que
son también los confines del mundo
Este
no es un mundo cualquiera
Aquí
los peces pueden volar y los gusanos aparecen si los miro
Yo
les doy vida y los alimento
Me
declaro responsable de lo aberrante y también de la magia
Traigo
la voz de los sin causa
Griselda Perrotta